El termómetro emocional de tu perro: ¿En qué nivel está hoy?

Comprender el nivel de activación de tu perro es fundamental para interpretar su conducta, sus emociones y su capacidad de aprendizaje. En este artículo te contamos qué es la Escala de Activación Canina, cómo aprender a observar su lenguaje corporal y por qué la flexibilidad emocional es clave para su bienestar y convivencia diaria.

OBEDIENCIA CANINA

11/3/20254 min read

Escala de Activación en Perros

Comprender el nivel de activación ayuda a interpretar mejor el comportamiento, las emociones y la capacidad de aprendizaje de tu perro. Además, es fundamental para cualquier proceso de modificación de conducta. El nivel de activación es un continuo natural, que cambia a lo largo del día según la situación, el entorno y el estado emocional del perro. Ningún nivel es “malo” por sí mismo — lo importante es cuánto tiempo pasa en cada uno y qué tan fácilmente puede volver al equilibrio.

La ventana de tolerancia emocional

La Ventana de Tolerancia es el rango en el que el perro puede mantenerse emocionalmente estable y disponible para aprender, explorar y relacionarse. Cuando está dentro de su ventana, su cerebro y su cuerpo cooperan: puede pensar, escuchar, oler, jugar y aprender sin verse sobrepasado.

Pero cuando sale de esa ventana, se activa uno de los extremos:

  • Hiperactivación: entra en lucha o huida (exceso de energía, impulsividad, ladridos, saltos, tensión).

  • Hipoactivación: entra en congelamiento o desconexión (bloqueo, inmovilidad, desinterés).

El objetivo no es evitar que se active, sino ampliar su ventana de tolerancia para que pueda afrontar el entorno sin saturarse. Esto se logra a través de rutinas estables, descanso suficiente, paseos de calidad, enriquecimiento ambiental y una comunicación clara y coherente con su guía.

Cuando un perro puede moverse dentro de su ventana sin perder el equilibrio, vive más tranquilo, aprende mejor y confía más en su entorno.

Niveles de activación en el perro: una perspectiva neuroconductual.

El nivel de activación (o arousal) describe el grado de activación fisiológica y emocional del sistema nervioso, y constituye un parámetro central en la comprensión del comportamiento animal. Este nivel no es estático, sino un continuo dinámico que varía en función del entorno, la estimulación, el estado interno y la experiencia previa del individuo. Comprenderlo permite interpretar con mayor precisión las respuestas conductuales y las posibilidades de aprendizaje del perro, ya que el estado de activación condiciona directamente su capacidad de atención, autocontrol y regulación emocional. Veamos ahora cada umbral de la activación de nuestro perrete:

- En el polo de la hipoactivación, el sistema nervioso se encuentra en un estado de baja energía o inhibición, caracterizado por una disminución general del tono motor y la respuesta emocional. Este estado puede ser funcional, cuando corresponde al descanso, la relajación o la recuperación tras la actividad, o disfuncional, cuando aparece asociado a un bloqueo por miedo intenso, estrés crónico o indefensión aprendida.

Sus signos observables:

  • Cuerpo relajado o, si hay congelamiento, rígido.

  • Movimientos lentos o nulos.

  • Mirada suave (descanso) o fija/vacía (bloqueo).

  • Respiración pausada o contenida.

Emociones posibles: calma, somnolencia, miedo paralizante, indefensión.
Ejemplo funcional: perro dormido o descansando.
Ejemplo disfuncional: perro que “se apaga” ante un conflicto o estímulo.

-En la zona de activación óptima, el perro se encuentra en equilibrio entre calma y alerta. Este estado representa el rango ideal para el aprendizaje, la adaptación y la interacción social, dado que el sistema nervioso mantiene una activación suficiente para responder al entorno sin perder la capacidad de procesamiento y autorregulación. En este nivel, el animal puede percibir, analizar y actuar de manera flexible. Se observan conductas de atención sostenida, exploración, juego y resolución de problemas. A nivel fisiológico, existe un balance entre los sistemas simpático y parasimpático, lo que favorece la homeostasis emocional y la plasticidad neuronal.

Signos observables:

  • Postura activa pero relajada.

  • Mirada atenta, orejas móviles, respiración fluida.

  • Capacidad de concentración, resolución y recuperación.

  • Buena adaptación ante cambios.

Emociones posibles: curiosidad, interés, bienestar, seguridad.
Consecuencias: buena toma de decisiones, autocontrol, aprendizaje fluido.

-Por último, la hiperactivación describe un estado de sobrecarga fisiológica y emocional en el que el sistema nervioso simpático domina las respuestas conductuales. Se caracteriza por un incremento del ritmo cardíaco, dilatación pupilar, respiración acelerada y movimientos impulsivos o repetitivos. En este estado, el perro responde de forma reactiva, con escasa capacidad de control inhibitorio, lo que puede manifestarse en ladridos excesivos, saltos, persecuciones o conductas de huida. A nivel neurobiológico, la hiperactivación prolongada interfiere en los procesos de aprendizaje, dado que el cerebro prioriza la supervivencia sobre la integración cognitiva.

Signos observables:

  • Jadeo constante, pupilas dilatadas, rigidez muscular.

  • Movimientos rápidos, ladridos, saltos o persecuciones.

  • Dificultad para concentrarse o parar.

Emociones posibles: ansiedad, frustración, miedo activo, excitación.
Consecuencias: menor capacidad de aprendizaje, reactividad y pérdida de autocontrol.

En síntesis, el comportamiento de tu perro fluctúa de manera natural entre estos niveles de activación, y el bienestar emocional depende de su capacidad para regular y retornar al estado óptimo tras los picos de excitación o inhibición. La observación del lenguaje corporal y la comprensión de estas variaciones permiten intervenir con mayor precisión, promoviendo la flexibilidad emocional y la convivencia equilibrada entre perro y humano.

La flexibilidad emocional como objetivo

El objetivo no es que el perro esté siempre en la zona verde, sino que pueda moverse entre estados y recuperar su equilibrio con facilidad. Un perro sano duerme (hipoactivación funcional), juega (activación óptima) y corre o se asusta ocasionalmente (hiperactivación momentánea), pero siempre logra volver a su punto medio.

En CaninAmistad trabajamos para que tu perro aprenda a regularse y convivir de forma tranquila, feliz y segura. Educar con respeto es entender su lenguaje interno.